Cándido y Oscar

Por: J.A. Zambrana

(Derechos Reservados)

          Hola, soy Cándido Y. Megusta Beber. ¿Se acuerdan? El que arrestaron por “mojar” un salidero (se refiere a: «Cándido y el irracional racionamiento»). El otro día, me fui, como siempre, a mi Viejo San Juan a celebrar la vida. Pasaban las tres de la mañana y Luis el cantinero, me advirtió que era hora de cerrar. Pedí uno más; para el camino, le dije, y me lo tomé de golpe.

oscar-lopez-3

          Con la visión nublada y moviéndome en “zig-zags” por la San Sebastián, trataba de recordar dónde dejé mi vehículo, pero la memoria había desaparecido siete tragos atrás. Entre las sombras usuales y la oscuridad de las calles, ¿a que no adivinan a quién me encontré? A Oscar López. Sí, a Oscar López. Estaba de pie cerca de Los Hijos de Borinquen, justo al lado del “remasterizado” dibujo de Albizu (cada vez más abstracto). No sabía mucho de él, pero no saber nada era imposible, ante la constante difusión en los medios, de su imagen y parte de su historia; en especial lo referente a la larga condena que cumple. Imagínense mi sorpresa y el honor de encontrarme con semejante figura. Sus adeptos le llaman el Mandela boricua, el nuevo baluarte de la lucha por la libertad, ese derecho inalienable, que el estado aliena cada vez que le place. No pude evitar mi reacción, me invadió el “Oscar Fever” que anda atacando a todo el mundo y, como si fuese un “groupie” emocionado, le corté el paso y le grité:

          –¡Oscar! ¿Cuándo saliste de Terra?

          Soy una persona respetuosa y no suelo tratar de tú a alguien que acabo de conocer, pero era Oscar, nadie lo trata de usted. Es el que escribe esas cartas bonitas en el periódico; el que el Gobernador y otros políticos (cada vez que meten la pata o se calientan con alguien) exigen su libertad. Es el que la izquierda abraza por subversivo y trasgresor contra el imperio, y la derecha porque los hace lucir como luchadores de los derechos individuales que el imperio garantiza.

          No contestó mi pregunta y supuse que a nadie debe gustarle que cualquier idiota desconocido (y conocido también) le ande recordando algo tan terrible como un encierro prolongado. Traté de ser menos imprudente con mis preguntas y comencé la más extraña y unilateral inquisición, quiero decir, conversación. Pocas veces se puede conocer a una verdadera figura, no un actor ni cantante ni siquiera un escritor, esos son héroes efímeros y de temporadas. Hablo de una personalidad que trasciende y deja su nombre escrito en algunos libros de historia (los que no tienen edición política). Seguro que el bombardeo de preguntas incomodó a Oscar, que no daba respuestas; no decía ni sílaba. Muy atento, eso sí; me miraba a los ojos sin pestañear, y parecía prestarme atención, lo que me motivó a seguir hablando, a pesar de su incomodo silencio.

          –Cuéntame Oscar: ¿Qué se siente ser el tema del momento? De las uniones, patronos; ateos, religiosos; del gobernador que no sabe mucho de nada y otros políticos que creen saberlo todo de todo; de los artistas desinflados que añoran volver a inflarse, y de otros que pretenden subsanar la falta de talento, con tendencias y simpatías; y claro, no pueden faltar los que , por falta de carácter, necesitan estar bien con todo el mundo.

oscar-lopez-rivera-2

          ¿Qué se siente haber esperado por amigos que no esperaron? Olvídate de la patria, esa canción la puede cantar cualquiera. Esperaste por compañeros que no esperaron por ti. Sabes Oscar, me pregunto ¿esperaría yo por Felipe o por Alan o Manolo? No lo sé; no sé si espere, aun, por los tres a la vez. Tal vez les diría que seré más útil dando la batalla desde afuera, y así me escapo a la libertad condicionada a cerrar la boca, a dar lucha con silencio desde la palestra de la sala de mi hogar, con la cabeza inclinada al suelo, en ángulo de cuarenta y cinco y bochorno.

oscar-lopez-rivera-1

           No sé mucho de nada, pero sé lo que es la lealtad a los amigos y a lo que se cree, y dejando a un lado las razones que lo llevaron a la cárcel (que no tengo claras cuáles son, eso nunca lo tocan con mucho detalle), sentí respeto por el hombre ante mí, por atreverse a ser compañero, por ponerle rostro a la lealtad, sin que importara el costo; aunque ese costo se llame libertad. También sentí lástima del viejo, o debo decir del señor López, más de tres décadas de encierro; una vida en la sombra, el último sacrificio; y encima, de momento le cae toda una parranda de hipócritas que sólo buscan pauta; los que necesitan que haya Oscares, Lorenzos, Paredes, niños que comen basura y otras tantas tragedias, para dárselas de filántropos ocasionales y hacer su empalagoso despliegue de generosidad para “selfies” y “likes”.

Captura de pantalla 2015-09-19 a las 17.49.51

          Por eso entendí que era tiempo de callarme y dejarlo en paz; dejarlo vivir y caminar tranquilo. Le pedí disculpas y estiré la mano en gesto de conciliación sincera y solidaridad. Pero Oscar sólo me miraba, no decía nada.

          –En serio, disculpa –y acerqué más la mano.

          No hizo nada, seguía mirándome a los ojos, y comenzó a parecerme antipático el Oscarito.

          –¿No me vas a dejar con la mano estirada verdad? –dije con tono de reclamación.

          El seguía mudo y mirándome fijo, y yo, como el borracho imbécil que soy, seguía con el brazo estirado, esperando que el creído de  la Terra, me correspondiera el gesto.

          –Sabes Oscarito, eres un grosero; me caías mejor cuando estabas en la Haute. Si no fuera por qué eres un anciano, te pegaba uno en el rostro.

          Iba a marcharme y, como buen macharrán con valentía de whisky escocés, decidí “tumbarle la paja”, chocar mi hombro con el suyo. No lo van a creer, el viejito estaba sólido como roca, el impacto me hizo caer sobre la acera sucia y de olor cuestionable. ¿Qué coño le daban de comer en la cárcel? pensé. Pasaban tres chicas con ropas ajustadas muy sensuales, me vieron y las escuché reír. La vergüenza se encargó de hacer el resto. Me incorporé molesto, con ira desbordándose por mis poros y con el puño derecho rumbo al rostro de Oscar, no me importaron sus espejuelos.

          El golpe fue certero y doloroso. Escuché huesos quebrarse, y me dije, le rompiste la cara Oscar López. Casi simultáneo, un corrientazo paralizante, me hizo caer de nuevo. Me dolía la mano como si me la hubiese roto. Y ya se lo imaginan, lo sé: Oscar seguía de pie y mirándome fijo. Fue en ese momento que por cosas de ángulo y perspectiva, desde el suelo descubrí que Oscar no era Oscar, era un pedazo de cartón con su imagen. Me sentí idiota y sentí lástima otra vez, y no sólo de mi mano (ridículamente) hecha trizas, sentí lástima del prisionero, quien de seguro no se presta para servir de cartón para los mercaderes de su imagen. Yo sólo soy un borracho degenera’o, pero, cuántos sobrios y moralistas lo ven de esa manera, como un pedazo de cartón para tomarse fotos y sacar provecho.

          Me levanté avergonzado, todavía ebrio y con un dolor que rebasaba cualquier otro sentido previamente. No podía manejar, así que tambaleante, caminé a un hospital cercano a curar mis nudillos. De camino vi otro pedazo de cartón pegado, pero con un personaje de comedia absurda, que leía: Risky Gobernador 2016. De nuevo se me subió la ira de ochenta grados prueba. Ese sí que es un verdadero cartón, inánime e inútil; igual al original, a quien de seguro no le importa saberse utilizado como pegatina barata. Molesto y muy consciente, lancé otro golpe, esta vez con la izquierda, que se estrelló contra la quijada de Risky. Pero, como suele pasar en Borikén, la izquierda nunca es suficiente para derribar los cartones inservibles de la derecha. Me levanté orgulloso de ese último golpe, por más estúpido e inútil que haya sido. Ambas manos requirieron yesos, la de Oscar requirió cirugía.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: