Clásicos de Cándido: a un año de la fiebre de la cubeta

          A un año del mundialmente sonado “Ice Water Bucket Challenge”, recordamos con una sonrisa a todos los osados buenos filántropos de ocasión aislada y otros valientes emuladores de lo que está “in”, que se dieron un cubetazo con agua y hielo, por aquella causa que ya casi ninguno de los que se “auto-cubeteó” recuerda. Tal vez porque la mayoría se empapó por razones que tenían que ver con moda, aceptación social y fotos de trajes de baño y abdominales en Facebook, y claro que no pudo faltar alguno que otro político que pescaba sufragios. Nada de compasión verdadera en el asunto. Lo positivo es que la fundación que ayuda a las personas con esclerosis lateral amiotrófica, recaudó millones de dólares que, de no haber sido por el “challenge”, jamás hubiese recolectado.

          Moraleja: Con un poco de astucia y originalidad, se puede lograr que la estupidez colectiva tenga buenísimos resultados.

Cándido y la fiebre de la cubeta

Por: J.A. Zambrana

(Derechos Reservados)

          Hola a todos, mi nombre es Cándido E. Mulador Dellamode. Soy un tipo tan “cool and trendy”, que acepté el “ice water bucket challenge”, a pesar de tener un serio padecimiento de asma. Después del golpe de hielo y agua, no me sequé de inmediato, me quedé varios minutos tomándome fotos con los otros chicos del “gym” que aceptamos el reto. Llevo dos días en el hospital, recibiendo terapias respiratorias cada cuatro horas, y con un suero intravenoso que contiene más líquido que la cubeta que usé para el reto; y si eso no es suficiente, por poco me colapsa un pulmón. Encima, me dicen que no he cumplido el “challenge”, porque tengo que hacer una aportación económica para la fundación esa, de la enfermedad que no conozco y que tampoco me interesa conocer; bastante tengo ya con mis propias condiciones.

          Mientras respiro a través de la mascarilla con vapor de Albuterol, le lanzo un nuevo reto a varios asmáticos crónicos, tan “cool and trendy” como yo, que repitan mi hazaña y me acompañen en esta fría y solitaria habitación. Las enfermeras son feas pero buena gente, y la comida es mala, pero incluye gelatina. Además, con todas las máquinas médicas de fondo, seguro que saldremos regios en los “selfies”.

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