Por: J.A. Zambrana
(Derechos Reservados)
Nadie se escapa del acecho de demonios transformados en condiciones. Para poder aplicar la metodología de este escrito, primero deberá usted entender que si ha sido referido a un laboratorio clínico, de imágenes o radiología, o cualquier oficina médica en la que se le realizará alguna prueba o procedimiento, es usted quién está necesitado de un servicio; su salud depende de ello. Así que, con eso claro y sin entrar en la gravedad o urgencia de su condición particular, le presentamos algunos detalles importantes que debe recordar cuando visite uno de esos lugares vitales para su bienestar físico.
Entre al lugar con rostro de preocupación, pero no de histeria. Si lo perciben preocupado tratarán de calmarlo y hacerle sonreír. Si lo perciben histérico, la gente simplemente lo ignorará, le sacarán el cuerpo y hasta le harán esperar más tiempo, para que aprenda a comportarse. Después de varias horas, le dirán que no pueden realizarle el estudio ni tampoco le darán tratamiento, debido a su delicado estado emocional (a menos que sea uno para medir la intensidad de su berrinche). Todos pueden tolerar un cobarde miedoso e insignificante, que acepta con estoicismo la suerte que le tocó; pero a nadie le gustan los llorones, a esos los dejan morir. Confiésese temeroso y preocupado, pero resignado. No sonría demasiado, pero tampoco se ponga muy serio. Observe y use el sentido común y nunca subestime el poder de la candidez. Mantenga contacto visual, pero tampoco hostigue con los ojos…
Para la historia completa: Simplemente Cándido, pronto en librerías…
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