Siniestra y Diestra (Corte editorial a El sonido de la ausencia)

Lo que no encontrarás en:

Por: J.A. Zambrana

(Derechos Reservados)

R. I. P. F. Negrón*

          La estancia estaba cubierta de una clara neblina, una capa de humo índico, relajante y de ensueño, que junto a un incienso importado de la India, creaba un ambiente repleto de misticismo. Sin embargo, la interpretación musical perdía muchas de sus cualidades melódicas y rítmicas.

          S—Desde hace rato pensaba que tenías problemas de afinación, pero nada de eso, lo que tienes es un serio problema de armonía. ¿Te has fijado en como tu mal puesto Sol, ha quemado el Do que correspondía? ¿Podrías poner atención? No pareces tener ni un La de lo que tocas.

          D—Que no recaiga en mí culpa alguna, porque no puedas tú rasgar la cuerda correcta, en el momento en que lo manda el ritmo.

          S—¿Qué dices? Si llevas demasiados tiempos, en los que lo que te ha faltado en efecto, es el tiempo para caer en ritmo. Pareces divagar por el puente, como si pasearas por un parque, en un día cualquiera de asueto, sin interés ni precisión alguna. Tu atrasado staccato, no me permitió sostener el vibrato de mi nota y su subsecuente sentimiento se quedó en el vacío.

          D—No puedo creer, que sobre mi pongas tu dedo acusador, en vez de utilizarlo para las cejillas de tus acordes. Andas pisando sobre alambres en vez de trastes, como cualquier principiante inmisericorde. Hace más de tres piezas atrás, no puedes siquiera presionar con firmeza la facilidad del menor de los Mis, que tan poco esfuerzo requiere.

         S—Y tú, ¿qué me dices de tus malos acentos? Marcados equívocamente, y ni hablar de tu repentina amnesia, acaso te olvidas que un Re, se marca desde la cuarta, y para ese último comenzaste en la sexta. ¿Quién suena como aprendiz? Eres un rasgador de quinta, o peor aún, de sexta.

          D—Cómo te atreves a clasificarme de esa forma, cuando estrangulas el cuello vilmente, como todo un sacrílego musical. No completas las posiciones de los arpegios y ni hablar de los armónicos mal presionados, que suenan como la tos de un anciano tuberculoso.

          S—Eres un insolente, rasgador de pajuela, con catatonia en los dedos. Es que acaso ¿no recuerdas los becuadros en la partitura; los contrapuntos y el orden de las diatónicas y las cromáticas? Te has convertido en un contratiempo constante.

          D—No pretendas solapar tu desastre, con terminología complicada, cuando al parecer eres tú quien ha olvidado los bemoles, sostenidos y hasta los contrapuntos; la simpleza de los semitonos y los completos; haces tus escalas en los destinos incorrectos, tu vuelo sobre el brazo, aterriza forzosamente sin ninguna estética. Ni siquiera completas las cinco de una pentatónica. ¿Sabes qué? Deberías arrancar en un Fa, y largarte a la mier…

        Sin terminar la frase, es interrumpido abruptamente por su contraparte, que todavía molesto, pero con vergüenza en su voz, le dice:

          S—Diestra, te pido disculpas, creo saber ya que pasa. ¡Cuántas veces repetiré, que el exceso de espíritus etílicos, carajo, afecta la destreza y destroza la armonía!

          D—No digas Mano. ¡Este ebrio sin conciencia, insolente que otra vez repite su afrenta criminal de profanarnos la música!

          Así, después de muchas horas de tocar e interpretar con la pasión y vehemencia de que no existe mañana; y de ingerir setecientos cincuenta mililitros de su bien amado whisky escocés, el músico se percató de la evidente y disonante descoordinación de sus manos, que parecían contender entre ellas, y con pesar y torpeza, colocó la guitarra en su estuche y se marchó a dormir.

20140825_215752

*(Resultados de intoxicaciones perennes de F. Negrón)

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: