J.A. Zambrana

J. A. Zambrana

 (Derechos Reservados)        

«Parking in the city is just like sex. Why should I pay for it when, if I apply myself, I might be able to get it for free?»      George Costanza(Seinfeld)

          Dedicado a todos los «working class heroes» que se marean diariamente, dando vueltas para encontrar un lugar donde estacionarse.

     –Hola Chuck. ¿Cómo estás?

     –¿Quién es?

     –Soy yo, Cándido.

     –¿Cuál Cándido? Porque son muchos ustedes.

     –Cándido Corrienti Común

     –Ah, hola Cándido. ¿Cómo estás? Qué sorpresa.

     –Pues, lo cierto es que te llamo para una tontería, y te pido perdones anticipados por la molestia.

     –Para nada. Adelante, cuéntame.

     –¿Tienes planes para hoy? Sé que casi nunca te llamo, pero hoy quiero invitarte a almorzar, sé de varios lugares divinos, que te encantarán. Un universo para seleccionar, desde restaurantes elegantes con majares exóticos, crudos y bien cocidos; hasta cafeterías de cantazos, con chuletas fritas en aceite de cuatro días.

     –Gracias Cándido, es un honor, pero…

     –Perdona que te interrumpa, Chucky, pero eres un buen tipo y no quiero mentirte, ni andarme con cuentos. La verdad es que estoy ocupando un estacionamiento que manda madre: línea blanca, libre de multas y gravámenes antipáticos; bajo la sombra de un árbol sin aves ni sus bombardeos; se ve de la oficina, desde la ventana al lado de mi escritorio. Llevo años esperándolo. La primera vez que lo ocupé, fue en mis primeros días en este edificio (un día que por equivocación, llegué absurdamente temprano) y me enamoré de ese pequeño, pero perfecto espacio; un oasis en esta selva de cemento y acero en que vivimos. Recuerdo una época, en que para poder ocuparlo, opté por llegar a la oficina de madrugada y dormir un rato en el escritorio hasta que comenzara el día; pero me mataba la espalda y las ojeras parecían golpiza de boxeador. Previo a hoy, la última vez que pude ocuparlo fue hace más de dos años; algún madrugador siempre me vence.

      –Me alegro, pero…

     –Pareceré un loco histérico, desquiciado y digno de encerrar en un cuarto con paredes acojinadas, pero sabes lo duro que es conseguir un estacionamiento en este país, los buenos son caros o están reservados para “matatanes” bien conectados. Un espacio como ese, es el sueño de un esclavo de la clase media como yo; un picada de ojos a los oligarcas del “valet-parking”, que te miran por encima del hombro cuando saben que eres de los que viene caminando de estacionamientos lejanos. Sé que es extraño que llame para esto, pero como puedes apreciar, este amor, que más que eso, esta obsesión que siento por ese espacio, es casi el equivalente al deseo sexual y la pasión desenfrenada por la carne; salir de él antes de tiempo sería como una cruel eyaculación prematura. ¿Podrás pasar por aquí y salvarme?

     –No puedo, trato de decirte que tengo que llevar a mi hija al dentista.

     –Parece mentira, nadie puede. ¿Qué pasa con mis amigos? En tu caso sé que no somos tan amigos, eres el séptimo que llamo. Al menos no te ofendiste, Myrna me insultó, dijo que sólo a mi se me ocurre semejante estupidez; Alan me dijo que llamara a mi madre, que seguro ella me acompaña; y ni te digo lo que dijo la vulgar de Jennifer, mi ex esposa, antes de mandarme a la mierda. Gracias de todas formas, creo que ordenaré una pizza y me sentaré a comerla en el vehículo, mientras escucho música o noticias. ¿Sabes?, tal vez tome un taxi para salir y regreso más tarde. Mejor aún, creo que sigo hasta casa y regresaré mañana, el espacio bien vale el esfuerzo. Además, me consuela saber que otro imbécil sentirá la decepción del miserable que siento yo todos los días, cuando llego ilusionado con esperanzas y el espacio ya está ocupado.