(Cuando Harry conoce a Meghan…)
Al escuchar un titular que decía: “Actriz negra y americana conquista el corazón del Príncipe Harry y le cambia los colores a la realeza inglesa”, sonreí muy similar al día en que Obama le ganó a Hillary, y traté de adivinar, de inmediato, quién era la “agraciada” de semejante cuento de hadas muy común en las chicas ilusas y soñadoras, y en algunos groupies que fantasean con la realeza. Mi primera candidata fue Lupita Nyong’o, una talentosa kenyana, nacida en Méjico, ganadora del Oscar en el año 2013, con un rostro hermoso y delicado, y una figura que hace que se peleen los diseñadores de moda. Pensé en Viola Davis, otra ganadora de Oscar, que me ha hecho llorar con sus impactantes interpretaciones y suspirar cuando la veo en las alfombras rojas; pero me dije, tal vez Viola es un poco mayor para Harry, a menos que le gusten las mujeres algo mayores que él (a mi me gustan, llega un momento en la vida, en el que ya no se está para cuidar niñas que podrían mojar la cama). También pensé en Jeimy Osorio, la boricua que protagonizó la telenovela basada en la vida de Celia Cruz, el balance perfecto entre la ternura y la sensualidad. Incluso, consideré a Priyanka Chopra, que no es negra, pero al ser de la India, sus facciones exóticas y su tez (más oscura que la de cualquier caucásica básica), la convierten en el nuevo amor de mi vida; otra talentosa actriz, Miss Mundo del año 2000, y poseedora de unos labios que valdría la pena besar hasta la inconsciencia y hacerse viejo viéndolos sonreír.
Entonces, cuando comienza la noticia de la próxima boda real, aparece la foto de dos mujeres, una de ellas era la susodicha prometida de Harry el Rojo. Al observar la foto, veo dos damas blancas o al menos me parecieron blancas, una de ellas me lució algo latina, pero, para nada negra; debe ser que por la condición de caribeño con sangre caliente, el espectro de colores es más amplio para mí, que para los anglos de mucho más al norte, y por eso percibo tonalidades de “raza blanca”, que incluyen matices un poco más “oscuros”. Confieso que tal vez sea prejuicio o estereotipo, pero no vi ninguna mujer negra en la foto. Cuando me enteré al fin de cuál era la próxima integrante de la realeza, llamada Meghan Markle, a quien había visto en la serie de TV, Suits, me salió una ligera risa confusa, por lo blanquecina, perfilada y alisada que lucía la negra que tomaba por sorpresa a la realeza.
No pude evitar pensar que, si la próxima princesa es en realidad de raza negra, luce como alguien que ha tratado de emblanquecerse lo más posible; algo similar a Michael Jackson, a quien tildaban de loco y acomplejado por querer aclarar su piel; o tal vez como Sammy Sosa que, en su empeño por blanquearse, ahora exhibe un color “rosado-salmón-mutante”, que le da apariencia de personaje de tirilla cómica y lo hace una parodia de si mismo. Por eso recurrí de inmediato al método de investigación básico de estos tiempos: Google. Resulta que la futura princesa, es la hija de Thomas Markle, un blanco con ascendencia alemana e irlandesa, un luminotécnico, ganador de un Emmy por su trabajo en la telenovela General Hospital, y de Doria Radlan, una simpática mujer negra, trabajadora social y maestra de yoga. El claro color de piel de la princesa en proceso, responde al coctel de genes de sus progenitores, quienes se enamoraron y no vieron en las razas ningún impedimento para unir sus cuerpos en el dulce juego del amor. Por lo que leo en la prensa, no creo que la mayor dificultad de la futura princesa, sea su color de piel, el mayor problema podrían ser sus hermanos paternos y cuñada, que aparentan querer sacar provecho de la media hermana “real”.
Si son ciertos la mitad de los chismes que leo en las revistas Hola de la oficina de mi psiquiatra, Harry es el hijo menor del Príncipe Carlos y de la legendaria Diana de Gales, la princesa del mundo (según MTV), y hermano de William, el próximo rey de la grandísima Bretaña. Se dice que es el más libertino de los príncipes, y los tabloides más osados han comentado que no es hijo de Carlos, que es el fruto del amor extramarital de Diana y James Hewitt, un profesor de equitación, que sostuvo una relación con la Princesa; un rumor a gritos que Diana reconoció poco antes de morir. Llegan a esa conclusión los tabloides, debido a los rasgos físicos y color de pelo de Harry el Príncipe, alegan que se parece más a Hewitt que a Carlos. Y, si algo le ocurre a su hermano William, alguna tragedia que lo saque de los juegos del trono, y a otros cuatro reales más, Harry el Príncipe de los risos colorados, sería el soberano del Reino Unido, ya que es el quinto de la línea.
La rápida acción de ciertos medios, en adjudicarle amplia negritud a doña Meghan, me hizo recordar el Dave Chappelle Show, un paso de comedia en que las razas hacían un sorteo o “draft” (como pasa en los deportes, en el que los dueños de equipos de ligas mayores y profesionales, escogen sus nuevos prospectos), pero de celebridades y otros famosos nacidos de parejas interraciales, para que estos no tuviesen que divagar eternamente entre razas. En su turno, los negros reclamaron a Tiger Woods, los blancos a Colin Powell que, aunque no era mestizo, según los mismos blancos, se había emblanquecido; los latinos, por su curiosa parte, reclamaron a Elián González, para que los blancos no trataran de robarlo otra vez. Me pregunté si de repetirse ese draft, qué bando o raza escogería a la señorita Markle o si pelearían por ella los blancos y los negros, como luchan por Derek Jeter y Mariah Carey. Por las maneras de comportarse y su apariencia, es posible que los latinos o los blancos tengan mas oportunidad que los negros a la hora del sorteo de la Princesa.
En estos tiempos de sensibilidades extremas, en que se remueven de los museos importantes obras de arte, sólo por que muestran el esplendor y la belleza de la desnudez; en que se destruyen estatuas de épocas antiguas porque representan filosofías del pasado; en que los Indios de Cleveland (equipo del gran Francisco Lindor) tienen que cambiar el logo de siempre de su uniforme, porque a algún grupo (al que seguro no le importaba el baseball) le resultaba ofensiva la piel roja del simpático Jefe Wahoo; tiempos en que los bárbaros de ISIS destruyen edificaciones milenarias; y que bestias pálidas de cuello rojo y delincuentes retrógradas, estrellan vehículos contra multitudes coloridas, entre muchas otras cosas absurdas que suceden, no es descabellado pensar que Chapelle fue visionario, y que algún grupo radical de blancos o negros, levante la voz y reclame o reniegue la pertenencia de la futura princesa. Esa ecuación genética de combinación proporcional de dos colores, me hace preguntar si se crea una nueva cepa, un nuevo color. Una vez vi una serie de tv, en la que un personaje de raza blanca, le hablaba a la barriga de su esposa negra y embarazada, y orgulloso llamaba a su hijo por nacer un “tomorrow-people”, gente del mañana, si seguimos integrándonos; algo que me pareció casi lógico y hermoso.
En lo que eso sucede, quiero levantar mi pipa y hacer un brindis de humo por el Gran Jefe Wahoo y por este mundo en el que la yerba es casi legal (aunque sea para enriquecer a los más ricos que antes se oponían), en el que se casan y adoptan los gays, en el que todavía la mujer puede escoger, en el que la realeza de la Gran Bretaña se abre a una nueva raza con matices de negros claros y blancos oscuros, y más que nada, en el que todavía podemos expresarnos con libertad y ejercer nuestro derecho de ofender, que tan importante es para la creación del arte; ese derecho que tenemos de inquietar e importunar a todos los importunados e “importunables”. Por lo pronto…
Au revoir,
Monsieur Mother-Fucker
Muy interesante, le felicito.
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El conjunto de elementos que mencionas merece un estudio profundo.
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Reblogueó esto en J.A. Zambrana y comentado:
¿Ya se casaron?
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